Administraciones públicas, ¿con software libre?
Las administraciones que utilizan este código abierto se benefician de algunas ventajas: es una alternativa más barata —no se paga una licencia por el producto, aunque sí el soporte— y supone menos dependencia respecto al proveedor. La calidad final del programa aumenta porque es verificado por multitud de desarrolladores que se dedican a aportar su «granito de arena». Así lo explica Pedro Martínez-Juliá, que trabaja en el Instituto Nacional de Información y Comunicaciones de Tecnología de Japón.
También es un método más transparente porque los usuarios externos pueden detectar errores y sugerir cambios. Según la Secretaría General de Administración Digital, «al estar disponible el código que hay detrás de las aplicaciones, éstas pueden ser auditadas por terceros en busca de problemas de seguridad o errores en su desarrollo, lo que redunda en una mayor seguridad».
Para aclararnos: un programa es software libre cuando cualquier persona puede acceder, modificar y distribuir su código fuente, es decir, las instrucciones que debe seguir el ordenador para ejecutar un programa o cargar una página web. Podríamos decir que con el software libre puedes editar un programa creado por otra persona para adaptarlo a tus necesidades. «Aunque hay ciertas diferencias, a grandes rasgos la filosofía es la misma que cuando se usa una licencia creative commons para textos, música o imágenes», explica David Cabo, director de la fundación Civio. «Cualquier persona puede descargarse una foto creative commons de Flickr y usarla en un libro sin pedir permiso, siempre que respete ciertas reglas, como reconocer al autor».
Crear aplicaciones con código abierto permite que cualquier usuario con conocimientos de programación pueda participar en el desarrollo de ese programa. «Todos se benefician porque se evita duplicar esfuerzos», explica Cabo. El código abierto ha tenido un enorme impacto en la industria del desarrollo de software desde los años 80. «Al principio se despreciaba la idea como algo que no era sostenible, pero hoy en día está muy presente. En los últimos años estamos viendo cómo las administraciones públicas también comienzan a adoptar esta filosofía, no solo como usuarios, sino también como generadores de software libre».