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Consciencia y cerebro, investigación de entropías cerebrales)

Cada vez es mayor el consenso sobre la concepción del cerebro como una gran red de áreas cerebrales coordinadas. Por eso, en los últimos años ha empezado a estudiarse a través de la mecánica estadística; rama de la física que teoriza, a partir de probabilidades, sobre el comportamiento de los elementos de las redes complejas y de sus interacciones.

El uso de la teoría de grafos para el estudio del cerebro es un ejemplo de esto. En matemáticas y ciencias de la computación, un grafo es un conjunto de objetos que conforman un nodo dentro de una red mayor de nodos. Así que, con la teoría de grafos, se pueden analizar los nodos (en el cerebro, formados por conjuntos de neuronas) y sus interrelaciones en la compleja red de nodos o conjuntos neuronales del cerebro.

Este tipo de análisis ha revelado ya datos interesantes sobre el comportamiento del cerebro consciente. Por ejemplo, un estudio de 2015 realizado por investigadores de la Universidad de Vanderbilt, en EEUU, con 24 miembros de su comunidad universitaria y con una técnica de registro de imágenes de la actividad cerebral (fMRI), constató que darse cuenta de algo (en el estudio, de la aparición de un disco que se mostraba a los participantes en una pantalla) hace que el cerebro entero se vuelva más conectado.

Así, aunque es cierto que nuestro cerebro está formado por “módulos” de redes neuronales que se dedican a tareas específicas, la consciencia parece romper esa modularidad. Como explicaron entonces los científicos: “Sabemos que hay numerosas redes cerebrales que controlan funciones cognitivas diversas”, sin embargo, “(…) la conciencia parece romper esta modularidad de las redes, ya que hemos observado un incremento amplio en la conectividad funcional de todas ellas durante la consciencia”.

Entropía cerebral

En 2017, otro equipo de científicos de Canadá y Francia utilizó también la mecánica estadística, en este caso para estudiar la sincronización entre redes de neuronas, es decir, cómo la actividad eléctrica de un conjunto de neuronas puede oscilar en fase con otros conjuntos de neuronas. En este estudio solo fueron analizadas nueve personas (algunas epilépticas, otras sanas).

Los resultados apuntaron a que lo que se maximiza durante la consciencia no es la conectividad cerebral en sí, sino la cantidad de formas diferentes en que se puede lograr un cierto grado de conectividad. Asimismo, se halló que los estados normales de vigilia están asociados con unos valores máximos de lo que los científicos han denominado la «entropía del cerebro”.

En general, la entropía es un concepto usado en termodinámica para medir el grado de organización de un sistema o, a la inversa, su grado de distribución aleatoria. El hecho de que la entropía del cerebro sea mayor cuando somos conscientes, implicaría que la consciencia surge cuando entre las redes cerebrales se activa la mayor cantidad posible de configuraciones (microestados) de interacciones. De esta manera, el cerebro maximizaría el procesamiento de la información y sería capaz de modelar mejor nuestra percepción del mundo.

Fuente original en Tendencias 21

 

La inmunología, gran negocio

El negocio del medicamento dedicado a las enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, la psoriasis, el lupus y la espondilitis anquilosante, aumentarán de 57.700 millones de dólares en 2015 a 75.400 millones de dólares en 2022, un 4% de crecimiento.

El último informe de GBI (mercado global de la inmunología) indica que los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad, se siguen utilizando como primera línea de tratamiento de los trastornos inmunológicos. Sin embargo, un gran segmento de terapia de segunda línea ha aparecido en este mercado en los últimos años, debido al fracaso en el mantenimiento de respuestas a largo plazo de los primeros. Esto comenzó con la aprobación de Remicade (infliximab) y Enbrel (etanercept) en 1998.

En la actualidad se están desarrollando 2054 medicamentos en el área de la inmunología de los cuales casi 100 están en fase III (fase final antes de la comercialización) de la investigación.

El crecimiento de la inmunología va de la mano con el crecimiento de la Oncología  que seguirá siendo la mayor área de ventas para terapia con una tasa de crecimiento del 12,5% 2016-2022. Los analistas han pronosticado que los fármacos “inmuno-oncológicos” (que estimula las defensas naturales del cuerpo contra diferentes tipos de cancer) podrían generar unas ventas anuales de 35.000 millones de dólares a medio plazo y constituirán el 60 por ciento de los tratamientos contra el cáncer en 2023. Esto convertirá a los medicamentos de inmunoterapia oncológica en el mayor mercado de la medicina.

La suiza Roche es tal vez la empresa más importante en el campo de la oncología facturando 32.200 millones de dólares. Su posición de liderazgo la sitúa en un lugar privilegiado para aprovechar el impulso de la inmunoterapia. En este momento, los tres medicamentos que más ventas aportan a Roche son para combatir el cáncer. Los analistas estiman que el beneficio de la compañía crecerá casi un 42 por ciento entre 2017 y 2019. Los analistas estiman que el beneficio de la compañía crecerá casi un 42 por ciento entre 2017 y 2019.inmune

Otro nombre propio es el de AstraZeneca. Una de sus principales líneas de investigación será la inmunoterapia. Es el caso de durvalumab, para cáncer de pulmón, de vejiga o pancreático.Actualmente, el grupo tiene más de 30 ensayos clínicos de este medicamento en combinación con otros.

Se prevé que su beneficio aumente un 70,6 por ciento en el actual trienio.

Bristol-Myers Squibb (BMS) es pionero en el sector de la inmunoterapia. Su medicamento Opdivo será el más vendido durante los próximos años, con una facturación superior a los 14.600 millones de dólares. Está indicado para el cáncer de pulmón y en su caso, se espera que las ganancias crezcan hasta 2019 más de un 36 por ciento.

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En una célula de tu piel, está tu cerebro entero

En una sola célula de tu piel está tu cerebro entero, y no es una metáfora. Partiendo de células madre derivadas de la piel, los científicos ya saben generar una especie de bloques de construcción del cerebro humano: se llaman esferoides, y son unas bolitas de un milímetro de radio, cada una con un millón de neuronas dispuestas en las seis capas típicas del córtex cerebral, la sede de nuestra mente. También saben dotar a cada esferoide de una identidad cerebral, yuxtaponerlos y reproducir los complejos procesos de migración de uno a otro que caracterizan el desarrollo fetal, incluida la formación de circuitos funcionales.

Han empezado a cultivar trozos de cerebro humano en una placa de cultivo.

La parte más nueva de nuestro córtex (o corteza) cerebral, la que se ha desarrollado más a lo largo de la evolución de los homínidos, son los lóbulos frontales, justo detrás de la frente. Es allí donde residen nuestras más altas funciones mentales, como el entendimiento, el razonamiento y la creatividad artística. Y es allí donde se centra la investigación de los científicos de las universidades de Stanford, en California, y Harvard, junto a Boston. Los trozos de cerebro que han generado no son cualquier trozo de cerebro, sino justo el que nos hace humanos.

Esferoide significa “algo parecido a una esfera”, y tal vez convenga que nos vayamos acostumbrando a ese término. Lo vamos a leer a menudo en los próximos años y décadas. Una bolita de neuronas de un milímetro, que se puede por tanto ver a simple vista, y que revela al microscopio las mismas estructuras y tipos neuronales que descubrió Cajal, merece al menos un nombre, y esferoide no es tan feo como parece. Los objetivos de estas investigaciones son entender a fondo el desarrollo normal del córtex cerebral humano, y también descubrir los fundamentos de la enfermedad mental. Y los neurocientíficos ya han descubierto con sus esferoides un dato esencial sobre el origen del autismo y la esquizofrenia.

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Bacterias sintéticas superan test deTouring

El test de Turing fue ideado para tratar de distinguir la inteligencia artificial de la de un ser humano. Un equipo de investigadores de la Universidad de Trento, en Italia, han logrado pasar un equivalente a este test, pero entre bacterias. La prueba abre nuevos tratamientos a enfermedades.

Lo que el equipo ha logrado ha sido crear una célula sintética capaz de comunicarse con sus contrapartidas naturales y hacerlas reaccionar como si se tratara de un semejante. Aunque son seres vivos muy simples, engañar a una bacteria tiene más mérito del que parece. Organismos como la E. coli se comunican mediante secreciones de diferentes proteínas.

Las células artificiales creadas para el experimento fueron dotadas de pequeños orgánulos con ADN capaces de secretar sus propias cadenas de proteínas en presencia de otras células. Este mecanismo permite a las células creadas en laboratorio saber cuándo entran en contacto con otras y recibir sus mensajes. El siguiente paso era dotarles de un sistema de comunicación bidireccional. En otras palabras, lograr que se comuniquen con sus equivalentes naturales mediante otras moléculas químicas.

Una vez establecida la comunicación, el objetivo es lograr que la célula artificial pueda generar sus propias cadenas de proteínas más allá de las que les han suministrado sus creadores. ¿Por qué tomarse tantas molestias en desarrollar una célula-robot capaz de comunicarse con otras naturales? El experimento tiene múltiples aplicaciones. En el futuro podría abrir la puerta a tejidos sintéticos que no provoquen rechazo, pero de momento tiene una aplicación más retorcida: boicotear el trabajo de las bacterias.

Los investigadores han comprobado que el trabajo de las células artificiales puede interrumpir la actividad normal de los microorganismos naturales. En algunos escenarios, las falsas bacterias podrían impedir el avance de infecciones impidiendo que las naturales se repliquen o formen una colonia mediante mensajes contradictorios. El futuro de los antibióticos es realmente fascinante

M. Faraday : «un niño pobre e inquieto entre libros»

El 22 de septiembre de 1791 nacía Michael Faraday (1791-1867), uno de los científicos más importantes de la historia al que Einstein consideraba el origen de la ciencia moderna.

Faraday nació en Newington Butts (Southwarks), un pueblo en el sur de Londres (al sur del puente de Blackfriars). Los padres de Michael Faraday, James y Margaret, habían emigrado en 1786 desde Westmorland, situada en el noroeste de Inglaterra y una de sus regiones menos pobladas, a Newington Butts; donde nacieron sus hijos Elisabeth (1787), Robert (1788), Michael (1791) y Margaret (1802).

La familia Faraday era muy pobre; el padre trabajó en diversos oficios, encontrando trabajo como herrero en un barrio del oeste de Londres, donde la familia se trasladó a mitad de la década de 1790s. Faraday siempre reconoció que el traslado desde Westmorland a los alrededores de Londres le permitió realizar una carrera científica, lo que hubiese sido imposible en el pueblo de origen de sus padres.

La familia tenía fuertes convicciones religiosas; eran sandemanianos,  no aceptaban el poder de la iglesia anglicana ni estaban de acuerdo con sus doctrinas (eran disidentes, dissenter, frecuentes en la Gran Bretaña de la época). Este hecho marcó la vida de Faraday, pues si no se pertenecía a la iglesia anglicana no se podía ingresar en ciertas instituciones, como las universidades de Oxford o Cambridge. Curiosamente, John Dalton también «sufrió» esta circunstancia, pues era cuáquero, otra secta disidente. Su implicación con los sandemanianos hizo que Faraday no asistiese a actos oficiales, como bodas reales, o se encontrase alejado de algunas instituciones, como algunas sociedades científicas.

En cualquier caso, el ambiente familiar hizo que Faraday sólo pudiera recibir una educación muy elemental y tuvo que trabajar desde la niñez (lo que tampoco era extraño en la época). A la edad de 13 años, Faraday encontró trabajo en una imprenta y librería regentada por el Sr. Ribeau, empezando como repartidor de periódicos y aprendiz de encuadernador. Este trabajo fue una bendición para el joven Michael, pues le permitió leer mucho de lo que encuadernaba o vendía, mostrando especial interés por libros científicos, como la sección de electricidad de la Enciclopedia Británica, o el libro de divulgación Conversations on Chemistry de Jane Marcet (1769-1858) publicado en 1805 de forma anónima.

La cercanía a los libros

Por otro lado, el trabajo como encuadernador le permitió adquirir habilidad manual, que le sirvió para su posterior trabajo científico. Su habilidad y buen gusto a la hora de encuadernar libros fue lo que, en gran medida, le permitió realizar una carrera científica.

El apoyo de Ribeau fue decisivo en la formación de Faraday, permitiéndole realizar experimentos en el sótano de la imprenta. Faraday trabajó para Ribeau hasta octubre de 1812, en que empezó a trabajar como oficial con Henri De La Roche, otro encuadernador, gracias a la ayuda del propio Ribeau.

Por aquella época, el joven Faraday era muy aficionado a asistir a conferencias y sesiones experimentales científicas, especialmente las impartidas por John Tatum (1772-1858), en la City Philosophical Society, institución fundada por Tatum. Faraday tomaba notas detalladas de las conferencias y experimentos y las encuadernaba.

En febrero de 1812, Ribeau enseñó las notas de las conferencias de Tatum, encuadernadas por Faraday a un cliente, William Dance (1755-1840), músico inglés muy importante en su época y uno de los promotores de la fundación de la Royal Institution (RI). Dance quedó impresionado por el trabajo de Faraday y le regaló entradas para asistir a cuatro conferencias que Davy iba a impartir en la RI, empezando el 29 de febrero de 1812. Ese generoso gesto cambió la historia de la ciencia.

Unos meses después de asistir a las conferencias, Faraday solicitó trabajo a Davy como ayudante y aunque éste al principio lo rechazara, lo acabó contratando durante unas semanas en las que Davy estaba convaleciente de un accidente de laboratorio, pues era un arriesgado experimentalista que lo probaba todo, desde inhalar gas de la risa o monóxido de carbono hasta sufrir las consecuencias de explosiones. La tarea que hizo con Davy fue tomar notas de sus experimentos y lecciones.faraday2

En diciembre de 1812, Faraday envió a Davy las notas que tomó de sus clases perfectamente encuadernadas. En este trabajo, Faraday, con una letra perfecta, tomó nota de todo lo que dijo Davy y lo ilustró de manera adecuada. El regalo le debió de gustar a Davy, quien lo contrató permanentemente como ayudante. En 1813, acompañó a Davy en un viaje por Europa. Aunque personalmente la situación no debió de ser buena (Davy era un «clasista» y trataba a Faraday como sirviente), científicamente fue muy fructífera. De regreso a Londres, volvió a trabajar en la RI, siendo nombrado encargado del instrumental científico en 1815, cargo que compatibilizó con el de profesor de la Royal Military Academy (entre 1829 y 1833) y profesor Fullerian de la RI desde 1833. Las aportaciones científicas han sido inmensas, tanto en cantidad, como en calidad e impacto social.

Aún sin educación formal, Faraday alcanzó la máxima cumbre de la ciencia. Lo consiguió con mucho trabajo, interés y entusiasmo; cualidades imprescindibles en un científico. Además, con experimentos cuidadosos, realizó aportaciones científicas espectaculares: leyes de la electroquímica, investigación de compuestos aromáticos (descubrió el benceno y muchos compuestos halogenados), obtuvo oro coloidal nanoestructurado, conviertiéndose así en un pionero de la nanociencia, licuefacción de gases, investigación en electricidad y magnetismo (el padre del electromagnetismo) con aplicaciones prácticas, relación del magnetismo y la óptica, entre muchas otras.

El antecesor de Maxwell en electromagnetismo

Realizó los experimentos en Física que facilitaron el trabajo teórico de Thomson (Kelvin) y Maxwell, entre otros; que condujeron a la teoría del campo electromagnético.

Además, fue uno de los primeros y más grandes divulgadores científicos (en la imagen durante una de las conferencias en la RI).

El ya mencionado Humphry Davy (1778-1829) ha sido uno de los químicos más importantes de la historia. Aunque Davy falleció relativamente joven (a los 50 años, en Suiza, durante un viaje por Europa), sus logros científicos fueron inmensos; sin embargo, él presumía de que su mayor descubrimiento fue el de Michael Faraday.

Guerra de pantentes en genómica

Las empresas se pelean por la patente de la tecnología que permite modificar el genoma de un organismo. Potencialmente muchísimo poder y dinero hay detrás de estas pantentes.

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En la lucha legal por las patentes de la tecnología CRISPR, el instituto Broad acaba de ganar una importante batalla. Pero quizás, no la guerra.

La Universidad de California Berkeley y el Instituto Broad, fundación dedicada a la investigación vinculada a la Universidad de Harvard y al Instituto de Tecnología de Massachussets, llevan años luchando por la propiedad de las patentes asociadas al sistema CRISPR de edición del genoma.

El equipo de la Universidad de California Berkeley dirigido por Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier (en la actualidad en el Max Planck Institute for Infection Biology) fue el primero en intuir el potencial del mecanismo de defensa bacteriano CRISPR para modificar el genoma de un organismo. También fue el primero en solicitar patentes sobre la tecnología, en marzo de 2012, relativas a la edición del genoma, en general, sin precisar un sistema concreto.

Poco después,  el laboratorio de Feng Zhang del Instituto Broad, publicaba el primer trabajo en el que se utilizaba el sistema CRISPR-Cas9 para modificar el genoma en células eucariotas y presentaba su solicitud de patente, que ya incluía la mención a la edición del genoma en células eucariotas y su posible explotación. La solicitud del Instituto Broad pasó una revisión acelerada y obtuvo la primera patente relacionada con el sistema CRISPR en 2014.secuenciacion-genoma-humano

Desde entonces, ambas instituciones han mantenido la lucha legal a través de reclamaciones y solicitudes de reexaminación del proceso.  En la última, la Universidad de California Berkeley reclamó que las patentes del instituto Broad (trece hasta la fecha) interferían con la suya propia, y estaban dirigidas a la misma invención incluida en la patente que Doudna y Charpentier habían solicitado meses antes que Zhang. El pasado diciembre un comité de la Oficina de Patentes y Marcas de los EE.UU. escuchó los argumentos de ambas instituciones para defender sus demandas de patente.

La Universidad de California Berkeley señaló que la invención clave fue utilizar un mecanismo de defensa bacteriano existente en la naturaleza y adaptarlo para crear un sistema fácil y barato de modificar el genoma de una célula. “La publicación de Doudna y Charpentier en Science en 2012 trajo un nuevo nivel de conocimiento de la edición del genoma a la comunidad científica al completo, ya que mostró exactamente qué tres elementos son necesarios para editar el genoma en un tubo o en cualquier organismo,” señala Gary Ruvkun, biólogo molecular en el Hospital General de Massachusetts y profesor en la Universidad de Harvard. “El artículo de Doudna y Charpentier de Science fue la verdadera lanzadera de la reprogramación de CRISPR para la edición de cualquier genoma.”

Modelo matemático y lucha contra el cancer

Dentro de las actividades de la nueva línea de investigación sobre ‘dinámica y física del cáncer’, que el Grupo de Dinámica No Lineal, Teoría del Caos y Sistemas Complejos de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) (España) viene desarrollando, se ha conseguido validar un modelo formado por tres poblaciones celulares: cancerígenas, sanas y efectoras de la respuesta inmunitaria.

Entre otras, se ha logrado generalizar la ley de dePillis-Radunskaya-Wiseman, que rige la respuesta inmunitaria celular. Los resultados de estas investigaciones han sido recientemente publicados en el Bulletin of Mathematical Biology. Los avances en las técnicas de inmunoterapia contra el cáncer también fueron, para la revista Science, el mayor hito científico del 2013.

Los nuevos tratamientos pretenden reforzar el sistema defensivo frente a las células cancerígenas. La ley de dePillis-Radunskaya-Wiseman básicamente establece la velocidad con la que el sistema inmune destruye un tumor. Cuando una célula inmunitaria reconoce a una célula cancerígena, procede a inducir su muerte o apoptosis mediante la perforación de su membrana y la introducción de unas proteínas. Ello implica que, aún cuando las células efectoras sean muy eficaces, la geometría del tumor tiene importancia.

blood cells and viruses (Newscom TagID: ipurestockx098796) [Photo via Newscom]

Llegado un punto, no importa cuántas células efectoras de más haya, dado que al no estar en contacto, apenas influye. Esto hace que la función que rige la tasa de destrucción de las células cancerígenas sature, alcanzando un valor máximo. El cómo se alcance ese valor máximo dependerá también del tamaño del tumor. Pero cuando las células efectoras son ineficaces en la destrucción del tumor, no se observa saturación en la práctica, lo cual puede probarse matemáticamente.En los casos intermedios, la ley que mejor representa la destrucción de las células cancerígenas contiene aspectos de los dos casos extremos. El análisis del modelo matemático en el marco de la dinámica no lineal permite hacer algunas predicciones, como por ejemplo una estimación del nivel de estimulación de las células efectoras para destruir plenamente el tumor.

Se espera que el nuevo modelo desarrollado sirva de fundamento para el desarrollo de modelos más complejos. De hecho, en la actualidad se están desarrollando modelos híbridos de autómatas celulares para mostrar que todas las hipótesis planteadas en el artículo publicado por los investigadores de la URJC en relación con esa ley son suficientes para explicarla, aunque podría haber otras.

(Fuente: Universidad Rey Juan Carlos)

El tejido cerebral ¿sigue creciendo?

Nacemos con un exceso de conexiones neuronales. Durante el desarrollo infantil, el cerebro pone en marcha un proceso de poda cerebral en el que se va despojando lentamente de ellas hasta que la estructura del cerebro se vuelve relativamente estable. Desde el nacimiento a nuestra muerte el cerebro camina en una única dirección, de demasiado tejido a lo justo e imprescindible.

Pero una nueva investigación pone en duda esta verdad asentada para la Neurociencia. El tejido cerebral sigue creciendo (a un nivel microscópico) en la edad adulta, al menos una zona, la encargada del reconocimiento facial.

Este crecimiento favorece que los mayores tengan más capacidad para reconocer los rostros que los niños. Sin embargo, mientras aumenta la zona que ayuda a reconocer las caras de otras personas, permanece estable el área encargada de reconocer lugares y paisajes. Los resultados de la Universidad de Stanford se publican en la revista «Science» tras comparar resonancias magnéticas de 22 niños y 25 adultos. Lo que mostraban las imágenes de los cerebros de las personas vivas se confirmaron posteriormente con análisis post mortem de adultos fallecidos. Esta última prueba mostró diferencias visibles en la estructura celular más profunda, entre las regiones encargadas de identificar lugares y rostros.

«Realmente vimos que el tejido proliferaba», dijo Jesse Gómez autor principal de la investigación. «Habíamos asumido una visión pesimista del cerebro, en la que el tejido se pierde lentamente a medida que envejecemos, pero hemos visto lo contrario: lo que queda después de la poda en la infancia se puede usar para crecer».

 

El hambre de los pueblos puede afectar a varias generaciones

El estudio analiza los efectos de los tres años de hambre vividos en China, en los que entre 15 y 36 millones de personas murieron como consecuencia de la falta de alimentos.

Un estudio realizado por la Universidad de Brown (EEUU) y la Universidad Harbin de China ha revelado que ciertos cambios metabólicos vinculados a la exposición al hambre durante la gestación pueden trascender generaciones. La investigación fue realizada con personas que habían sido gestadas en China entre los años 1959 y 1961, un periodo en el que entre 15 y 36 millones de personas murieron como consecuencia del hambre, y con sus descendientes.

Fuente: Pixabay.
Entre los años 1959 y 1961, China vivió unos años que se caracterizaron por una hambruna generalizada. Se calcula que esta hambruna provocó la muerte de entre 15 y 36 millones de personas.

Este periodo se había asociado, además, con un aumento del riesgo de hiperglucemia entre las personas gestadas durante esos años.

Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Brown (EEUU) y de la Universidad de Harbin de China ha revelado que este aumento del riesgo de hiperglucemia asociado con la exposición prenatal a la hambruna también se transmite a la próxima generación, aunque esta ya no haya padecido el hambre. La hiperglucemia es un nivel alto de glucosa en sangre y un signo común de diabetes.

La investigación, publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, fue realizada con más de 3.000 residentes locales y sus hijos.  Todos ellos fueron entrevistados y a todos se les tomaron muestras de sangre en 2012, con el fin de poder hacer comparaciones bien controladas y multigeneracionales de los efectos de la exposición al hambre en el útero.

Lo que los científicos pretendían era determinar, a partir de todos estos datos, cómo afectan los factores nutricionales y las interacciones genéticas que se producen debido a las hambrunas en múltiples generaciones.

Porcentajes en la primera generación

Descubrieron lo siguiente: Entre los 983 participantes en el estudio gestados durante los años de hambruna, el 31,2% tenía hiperglucemia y el 11,2% tenía diabetes tipo 2. En comparación, entre 1.085 personas gestadas justo después de la hambruna, la prevalencia de hiperglucemia fue del 16.9% y la prevalencia de diabetes tipo 2 del 5%.

Controlando factores como el género, el tabaquismo, la actividad física, el consumo de calorías y el índice de masa corporal, los investigadores calcularon que la exposición al hambre en el útero estaba asociada con una probabilidad 1,93 veces mayor de hiperglucemia y una probabilidad 1,75 veces mayor de diabetes tipo 2.

Siguiente generación

Pero el efecto de las hambrunas no se quedó aquí, pues la investigación reveló que la exposición al hambre en el útero también había afectado a la siguiente generación, aunque esta no había padecido ya la hambruna.

Así, se constató que esta generación también presentaba un riesgo significativo de hiperglucemia cuando ambos progenitores habían estado expuestos al hambre. En general, en la segunda generación, la prevalencia de hiperglucemia fue del 5,7% para 332 personas sin padres expuestos a hambrunas, del 10% para 251 personas con padres expuestos a la hambruna, del 10,6% para 263 personas con madres expuestas a hambrunas y del 11,3% para las 337 personas cuyos dos progenitores habían estados expuestos al hambre.

Ajustando para todos los participantes los mismos factores de estilo de vida antes contemplados, la descendencia de dos progenitores expuestos a la hambruna presentaba 2,02 veces más de probabilidades de hiperglucemia que las personas sin padres expuestos a la hambruna.

Las probabilidades de hiperglucemia por exposición a la hambruna de un solo progenitor también eran sustancialmente elevadas, aunque no estadísticamente significativas. Las diferencias en las probabilidades de diabetes tipo 2 no fueron estadísticamente significativas en la segunda generación en ninguno de los casos.

Implicaciones

Debido a que el presente estudio sólo muestra una asociación entre los cambios metabólicos y la exposición al hambre en el útero, no ha podido probar la causalidad o el mecanismo biológico subyacente a este efecto.

Sin embargo, sus resultados encajan con los de investigaciones previas sobre los efectos de la hambruna en humanos y en animales de laboratorio, y que ya habían sugerido que la hambruna realmente causa tales riesgos para la salud, afirman los autores del estudio.

Por ejemplo, un estudio previo con ratones ya había mostrado un efecto multigeneracional de la hambruna sobre el metabolismo, y otros estudios sobre la exposición al hambre en personas ya habían producido evidencias de cambios en los sistemas endocrinos y en la expresión génica, explican los autores del estudio en un comunicado de la Universidad de Brown.

Las conclusiones de todos estos trabajos tendrían implicaciones no sólo para la mejora de la comprensión biológica de los mecanismos, sino también para las intervenciones clínicas y de salud pública.

Fuente: Tendencias21

Los microbios ayudan a las plantas a sobrevivir a la sequía

Con California en su quinto año de sequía severa y muchos estados del oeste de EE.UU. experimentando otro año de condiciones inusualmente secas, las plantas están estresadas.

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Los cultivos agrícolas, pastos y plantas de jardín pueden enfermar y morir cuando factores como la sequía y el exceso de sol les obligan a trabajar más duro para sobrevivir.

Ahora, las plantas pueden tolerar mejor la sequía y otros factores de estrés con la ayuda de microbios naturales, según una investigación de la Universidad de Washington (Seattle, noroeste de EE.UU.). En concreto, las plantas a las que se les da una dosis de microbios permanecen verdes más tiempo y son capaces de soportar condiciones de sequía desarrollando más hojas y raíces y usando menos agua.

«Las plantas están menos estresadas ​​con estos microbios naturales», dice la autora principal, Sharon Doty, profesora de ciencias ambientales y forestales, en la información de la UW. «Ayudarán a las plantas a afrontar los problemas ambientales…» Los hallazgos se han publicados en línea este mes en la revista Current Plant Biology.

Los microbios y sus beneficios para las plantas son un campo floreciente, y el laboratorio de Doty ha explorado en los últimos 15 años muchos aspectos diferentes de esta simbiosis mutua. A principios de este año, su equipo demostró que los microbios de las plantas les ayudan a crecer en ambientes de lo contrario inhóspitos, sirviendo esencialmente de fertilizante natural.

Proporcionar nutrientes y aumentar la resistencia a la sequía de forma natural podría hacer más fácil y más respetuoso con el medio ambiente el cultivo de cereales y hortalizas, árboles frutales y de nueces, e incluso mantener los campos de golf verdes sin usar cantidades excesivas de agua y fertilizantes químicos.

«Cuanto más aprendo, cuanta más investigación hago en este campo, más emocionante se pone, sobre todo en cuanto a su aplicación», dice la autora principal Zareen Khan, investigadora en ciencias ambientales y forestales.

Fuente Tendencias 21

El hipocampo de los taxistas de Londres

Maguire (investigador) se preguntó ¿igual que cuando ejercitamos un músculo este crece, crecen también las áreas cerebrales que ejercitamos? Y por lo tanto ¿se modifica el cerebro durante toda la vida y no solo en la infancia? Para comprobarlo estudió el cerebro de los taxistas de Londres.

 

Los taxistas de Londres tiene que superar una durísima prueba para obtener la licencia. Se llama The Knowledge y consiste en memorizar 25.000 calles y miles de lugares. El aprendizaje medio es de 3 a 4 años y solo la mitad de los aspirantes aprueba.

En el estudio de 2000, Maguire escaneó el cerebro de los taxistas y demostró que en ellos es mayor el hipocampo posterior. En este nuevo estudio, ha realizado un seguimiento de en grupo de 79 que intentaron superar The Knowledge tomando imágenes con resonancia magnética durante el tiempo de preparación. De ellos solo 39 superaron el examen. Esto proporcionaba a los investigadores tres grupos de estudio: los que lo intentaron y lo consiguieron, los que lo intentaron pero no lo consiguieron y un grupo de control de sujetos que no lo habían intentado. Los resultados mostraron que no había diferencias al principio del aprendizaje pero que tras 4 años, los aspirantes que habían superado la prueba tenían un hipocampo posterior significativamente mayor.

El cerebro cambia constantemente por efecto del entrenamiento y la experiencia y la plasticidad continua toda la vida si bien con menor vigor que en los primeros años. Nunca es tarde para aprender.

Jerome Lejeune, un premio Nóbel que nunca llegó a concederse

Este programa de radio nos informa de la figura de Jerome Lejeune, genetista (padre de la genética moderna), defensor de la vida y de la verdad…

En la empatía… vale más la reflexión que la intuición

El razonamiento sistemático resulta más certero que la intuición a la hora de valorar los sentimientos de los demás, según un estudio reciente.

Ponerse en la piel de los demás, ser sensible, reconocer los sentimientos de alegría, dolor o pena ajenos. En definitiva, ser empático. ¿De qué depende? Según la creencia popular, es una cuestión de intuición más que de reflexión. Un estudio reciente revela, sin embargo, que las personas podemos percibir y entender mejor las emociones de nuestros congéneres, es decir, empatizar con ellos, si pensamos de manera sistemática y sopesamos toda la información que si nos fiamos de nuestra intuición.

«Tener éxito en las relaciones personales y profesionales requiere la capacidad de inferir con precisión los sentimientos de los demás, es decir, de ser empáticamente certeros. Algunas personas son mejores que otras en eso, una diferencia que puede explicarse en parte por el tipo de pensamiento», explica Jennifer Lerner, de la Universidad Harvard y autora principal del estudio. «No obstante, hasta ahora poco se sabía acerca de qué modo de pensamiento, si el intuitivo o el sistemático, ofrece una mayor precisión a la hora de percibir de los sentimientos del otro», señala.

Cuestión de cabeza

Los investigadores evaluaron la empatía de más de 900 participantes a partir de cuatro experimentos. En primer lugar, averiguaron qué capacidad relacionaban los propios probandos con la habilidad de percibir los sentimientos de otra persona: ¿la reflexión o la intuición? La mayoría de los encuestados se decantaron por la intuición.

En una segunda prueba, los experimentadores pidieron a los participantes que mantuvieran, por parejas, una entrevista de trabajo ficticia. Los roles de jefe y de candidato se adjudicaron al azar. Después de la conversación, se pidió a los sujetos que indicasen, mediante un cuestionario, cómo se habían sentido ellos mismos y cómo creían que se había sentido su interlocutor durante la entrevista. Además, evaluaron, a partir de una prueba cognitiva, si los probandos pensaban de manera sistemática o, por el contrario, tendían a confiar en su intuición. En un experimento final, los investigadores examinaron las estrategias de pensamiento de los participantes. También en este caso constataron que los que pensaban de manera reflexiva presentaban una mejor capacidad para comprender los sentimientos de los demás.

Según concluye Lerner, los hallazgos de este estudio resultan de interés para las personas que ocupan puestos directivos, puesto que sugieren que se debe utilizar más la cabeza y menos la intuición para ponerse en la piel de los empleados.

Más información en American Psychological Association

Fuentes: Spektrum.de / Daniela Zeibig y APA

Fuente artículo

Hacia el ser humano ¿síntético?

El 10 de mayo de 2016, Día de la Madre, una reunión secreta de 150 científicos, abogados y empresarios en la Universidad de Harvard comenzó a considerar la creación de un genoma humano totalmente sintético, un ser humano sin madre ni padre.
Silvia Ribeiro*

La construcción se haría a partir de los químicos esenciales que componen el ADN (citosina, guanina, timina, adenina o C,G,T,A) y computadoras que sintetizan secuencias genéticas usando como “programa” la información de mapas genómicos, muchos de los cuales están en Internet. El proceso no es tan simple como podría parecer, pero los medios técnicos avanzan rápidamente. Los que llamaron a la reunión –que no iba a ser conocida por público ni prensa– afirmaban en su convocatoria que es necesario crear un ambiente de competencia, “un gran desafío”, para captar fondos de inversionistas privados y públicos y acelerar el desarrollo de las tecnologías que harían posible esta construcción.
La reunión se volvió noticia porque uno de los invitados –Drew Endy, profesor de bioingeniería en la Universidad de Stanford y co-fundador de la compañía Gen9 Inc, que construye y vende secuencias genéticas– consideró que el tema era demasiado relevante a toda la sociedad para discutirlo en reunión secreta y con intereses comerciales.

Sintetizar un genoma humano
En la nota que Endy difundió con Laurie Zoloth, profesora de bioética, señalan que originalmente los organizadores proponían discutir “los resultados que se pueden obtener y el involucramiento de la industria”, con una meta primaria de “sintetizar un genoma humano completo en un periodo de 10 años”.Esto se haría con un método similar al que utilizó el equipo de Craig Venter, que un mes atrás anunció la creación completa y funcional, desde cero, del genoma de un bacteria, la más pequeña que pudo usar. Aun así, el proceso le llevó varios años y muchos intentos. (La Jornada, 2/4/16 http://goo.gl/YCRqKJ).
El ritmo del desarrollo de la biología sintética, según sus promotores, se mueve a un ritmo cinco veces mayor que la “Ley de Moore”, básicamente doblando sus capacidades y reduciendo sus costos a la mitad cada cuatro meses. Según explica Endy, el costo de ensamblar sintéticamente material genético bajó de cuatro dólares por par de bases o “letras” del ADN en 2003, a tres centavos de dólar. El precio estimado de sintetizar los 3 mil millones de pares de bases del ADN humano bajó de 12 mil millones a 90 millones de dólares. Si siguiera ese ritmo, el costo se reduciría en unos 20 años a 100 mil dólares. Sin embargo, afirma Endy, esta reducción de costo podría no suceder si no existe una gran demanda.sintetico

Una perspectiva aterradora
La pregunta es ¿qué significa “aumentar la demanda” en este caso? ¿Promover la construcción en serie de genomas humanos sintéticos? ¿Por ejemplo, robots vivos para soldados, sirvientes, trabajadores, repuestos vivientes de órganos, que sean lo más barato posible? La perspectiva es aterradora y tiene tantas implicaciones que hasta es difícil imaginar los escenarios. Pero definitivamente no podemos cerrar los ojos, porque la idea está en marcha.
Endy y Zoloth proponen que este tipo de iniciativa debería ser discutida abiertamente en un amplio debate social que incluya desde los más críticos a sus proponentes, ya que se trata de manipular nuestra propia especie. Pero pese a su disenso, la reunión se realizó y el interés comercial no es poco.

Modificar embriones humanos
Una nota en The New York Times (http:/nyti.ms/24QgY4o) reveló que entre los organizadores está George Church, de la Escuela Médica de Harvard, promotor de la biología sintética, la edición genómica y otras nuevas biotecnologías. Hace unos meses llamó a una “moratoria” en el uso de estas técnicas para modificar embriones humanos, luego de que un equipo de científicos chinos publicara su experimento con la técnica CRISPR/Cas9 en éstos.
Pese a esta aparente actitud supuestamente precautoria, David King, de Human Genetics Alert del Reino Unido, señaló que pedir una moratoria cuando existe la prohibición en 40 países de modificar genéticamente embriones humanos, fue en realidad un retroceso, irónicamente disfrazado de aparente cautela.

La ciencia es decidida por quienes las auspician y financian
Luego de que la reunión en Harvard saliera a la luz –era secreta porque se le pidió a los invitados no mencionar nada sobre su realización o contenido– los organizadores cambiaron la descripción del proyecto. Inicialmente se llamaba HGP2 (Proyecto Genoma Humano 2, por sus siglas en inglés), Proyecto de Síntesis del Genoma Humano, con acento en que no se trata de leer sino escribir el genoma humano. Ahora lo cambiaron a “HGP-Escritura: Prueba de genomas sintéticos grandes en células”.
Coincidentemente, el mismo día de la reunión, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL) publicó una carta abierta sobre nuevas biotecnologías donde declaran: “No pedimos para estas tecnologías la aplicación de normas de bioseguridad ni el desarrollo de estrictas evaluaciones de riesgo, sino la suspensión de toda la experimentación en este campo.

Cuestionamos el exagerado rol que se da a ‘la ciencia’ y al sistema científico tecnológico en el proceso de toma de decisiones relacionado con la adopción de nuevas tecnologías, pues sabemos que la investigación científica encarna las mismas relaciones de poder que se dan en la sociedad, y que las principales líneas de investigación son decididas por quienes las auspician y financian.” (http://goo.gl/LHkAaH).

Esta actitud por una “Ciencia Digna”, como la llama UCCSNAL, es esencial ante el rápido desarrollo de estas poderosas tecnologías, así como involucrarnos desde toda la sociedad para impedir que unos pocos y su voracidad de lucro manipulen hasta nuestra propia especie.

*Investigadora del Grupo ETC

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Cómo funciona el cerebro a la hora de cooperar

Basta tener que realizar un trabajo en equipo para percatarse de que todos no colaboramos de la misma forma. Los hay mucho más participativos y también a los que les cuesta arrimar el hombro. Y eso ocurre en todos los ámbitos de la vida, desde el familiar al laboral, pasando por la pareja. Sin embargo, los humanos, en general, cooperamos y, de hecho, esa conducta se considera una de las piedras angulares de la sociedad humana.

Existen numerosos estudios de la psicología social y también la neurociencia que han investigado por qué colaboramos unos con otros para realizar una acción y también qué hace que algunas personas sean más cooperativas que otras. Sin embargo, la mayoría de estos estudios eran meramente descriptivos.

 Ahora un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford publica en Scientific Reports un trabajo en el que miden, por primera vez, la actividad cerebral de más de 200 personas mientras realizan una tarea de cooperación. Y han observado que hombres y mujeres tenemos formas distintas de enfrentarnos a esta conducta.

“No se trata de que hombres o mujeres sean mejores unos que otros a la hora de cooperar o que no puedan colaborar entre ellos, sino que existen diferencias en cómo lo hacen”, asegura Allan Reiss, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Universidad de Stanford en una nota de prensa.

Los investigadores realizaron un experimento en el colocaron en parejas a 222 personas, bien del mismo sexo o mixtas. Sentados uno frente del otro, con un ordenador, cada pareja de participantes debía presionar un botón cuando un círculo en la pantalla cambiara del color. El objetivo final de esta sencilla prueba era intentar sincronizar esa acción pero sin mediar palabra. Cuanto más simultaneidad al realizarla, mejor.

Una cosa novedosa del estudio es que los investigadores de Stanford usaron una técnica llamada hiperescáner que permite registrar de forma simultánea la actividad cerebral de dos personas mientras interactúan. Y en lugar de usar una resonancia magnética funcional, como los estudios previos, optaron por espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS).

La primera técnica obliga a que la persona se sitúe dentro del túnel del escáner, inmóvil, para poder registrar su actividad cerebral, de manera que solo se le puede pedir que piense o se imagine situaciones que requieran cooperación. En cambio, el NIRS permite colocar sensores en la cabeza del individuo que registran su función cerebral mientras éste interactúa sentado de forma natural. Esta técnica permitió a los investigadores monitorizar en tiempo real qué zonas del cerebro se activaban.

De media, las parejas formadas por dos hombres consiguieron sincronizar sus acciones de forma más eficiente que las formadas por dos mujeres y los neurocientíficos observaron que la actividad cerebral de ambos componentes de la pareja era similar. Ahora bien, también vieron que aunque las parejas mixtas realizaban la tarea igual de eficientemente que las parejas formadas por dos hombres, las áreas del cerebro que se activaban durante el ejercicio en hombres y mujeres eran distintas.

“Eso simplemente demuestra que el cerebro coopera de forma distinta”, señala el psicobiólogo Ignacio Morgado, al frente del Instituto de neurociencias de la Universitat Autònoma de Barcelona. “El estudio se basa en una tarea muy simple; seguramente si se hicieran otras, el resultado sería distinto. Lo mismo ocurría si miraran otras partes del cerebro distintas. Hay que tomar este estudio simplemente como un primer paso para seguir explorando la actividad del cerebro”, considera.

Fuente: La Vanguardia

 

Organismos unicelulares ¡¡con aprendizaje!!

Un equipo de biólogos del Centro de Investigación de Cognición Animal de la Universidad de Toulouse III-Paul Sabatier y del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, Francia) ha demostrado por primera vez que un organismo unicelular, el moho mucilaginoso Physarum polycephalum, es capaz de aprender. Eso a pesar de que no tiene sistema nervioso.

En concreto, informa el CNRS, este moho puede reproducir una forma de aprendizaje llamada habituación, que es un proceso por el cual, ante un estímulo repetido, la respuesta a dicho estímulo es cada vez menos intensa.org unicelulares

Esta capacidad fue descubierta en un experimento que duró nueve días, y en el que se expuso a este organismo a sustancias amargas pero inofensivas, como la quinina y la cafeína, que dichos organismos debían atravesar para alcanzar una fuente de alimento. Otro grupo de la misma especie no fue expuesto a estas mismas sustancias.

Tras seis días, los hongos “se comportaron de la misma manera que el grupo que no se enfrentó a ninguna sustancia”, señalan los científicos. Es decir, que aunque al principio los Physarum polycephalum se mostraron reticentes a pasar por encima de la quinina o de la cafeína, poco después (al “aprender” que estas no eran nocivas) pasaban por encima de ellas sin problema, lo que supone que su “respuesta” se había reducido. Tras dos días más sin ser expuestos a las sustancias amargas, estos organismos unicelulares volvieron a “temerlas”.

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Jérôme Lejeune: Investigador que defendió a los débiles

Cuando hablamos de Jérôme Lejeune, hablamos de investigación, de dedicar noche y día a intentar descifrar los códigos de la genética, las anomalías neurológicas y volcarse en la mejora de la vida de las personas que las sufren y sus familias.

Y no hablamos de un gran centro de investigación con cientos de especialistas, sino de Jérôme Lejeune, el científico que dedicó toda su vida a intentar mejorar el día a día de las personas afectadas por patologías genéticas que causan discapacidad intelectual.

Lejeune, médico y científico francés, aprovechando los nuevos procedimientos fotográficos que se estaban usando en su laboratorio, identificó en 1958, a la edad de 32 años, la primera anomalía cromosómica conocida en el ser humano: la trisomía 21.

Un error en la dotación cromosómica que hace a los pacientes contar con 47 cromosomas en lugar de 46 y cuyo conjunto de efectos se conoce comúnmente como Síndrome de Down.

Este hecho se convirtió en el descubrimiento que abrió la puerta a la esperanza de paliar los efectos de esta patología cromosómica, y que dio un giro a la apasionante carrera científica de Lejeune. Una carrera cuyos trabajos llevaron a reflexionar sobre las grandes cuestiones de la vida humana y sobre el papel que la medicina y la investigación deben tomar en la defensa de los más débiles, hasta el 3 de abril de 1994, año en el que fallece el profesor.

Una película dedicada a la figura de Jérôme Lejeune

La vida de Lejeune ha sido recogida en el documental del realizador francés, François Lespés, Jérôme Lejeune. A los más pequeños de los míos, que fue presentado en Valencia el día 5 de abril pasado.

 

La técnica no es neutral

Tradicionalmente la técnica ha sido considerada un factor neutral, cuyos efectos sociales y ambientales eran vistos como el resultado de un buen o mal uso que se hacía de estos instrumentos. La formación técnica se daba (y da todavía) de forma especializada e instrumentalizada, con nula o escasa atención a las dimensiones éticas, políticas, sociales y ambientales relacionadas a esta técnica.ball-457334__180

Esta representación de la técnica refleja uno de los rasgos constitutivos de la ciencia y de la cosmovisión occidental moderna: la creencia que se puede distinguir, de forma clara y absoluta, hechos y valores, técnica y política, objetividad y subjetividad.

Tal concepción fundamentó la creciente especialización académica, generando el actual cuadro, con inmensas brechas entre las diferentes áreas del saber.

En cambio, hoy en día el poder de penetración y cambio ambiental de técnicas como la biotecnología, la nanotecnología, o las tecnologías de la información hacen necesario un cambio de paradigma en las enseñanzas técnicas para superar la brecha entre las “dos culturas”: la técnica y la humanista.


En la interrelación del ser humano con su medio y en las distintas dinámicas sociales, cada vez más mediadas por la técnica, podemos observar los “sistemas complejos emergentes”, que no pueden ser explicados totalmente de forma mecanicista y funcionalista.

La Técnica como sistema: aquél que acciona un interruptor eléctrico, no está empleando un instrumento, se está conectando a un conjunto de sistemas de funcionamiento simultáneo (red eléctrica).

De lo anterior se deducen :


• La técnica no es neutral

• La actividad de desarrollo de esa técnica y la enseñanza de los conocimientos necesarios para su desarrollo tampoco son neutras. Al delimitar el campo de investigación y sus contenidos, al privilegiar ciertos aspectos sobre otros y al poner el énfasis en ciertas dimensiones y no en otras, estamos no sólo privilegiando un determinado tipo de desarrollo tecnológico, sino también una determinada forma de organización social y de sentido de la dinámica histórica

• Complejidad, interdependencia e incertidumbre inherentes a la técnica moderna y a las dinámicas sociales y ambientales

 

Resumen conferencia de ANDRI W. STAHEL

Director Master Unesco

“La filosofía de la técnica y la actualización de las enseñanzas técnicas: Rumbo a la comprensión de la técnica como sistema»

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