La teoría económica clásica se sustenta en una idea fundamental: el ser humano toma sus decisiones de forma racional dentro de un mercado que funciona de forma eficiente.
La teoría de la elección racional ( rationalchoice), presente en la disciplina desde Adam Smith hasta Milton Friedman, concibe al individuo como alguien cuyas acciones van dirigidas a maximizar la utilidad y beneficio que pueda sacar de cada situación.
Esta visión de las personas ha sido severamente contestada en las últimas décadas por varios economistas, que han demostrado que los mecanismos de toma de decisiones no son tan fríos como la ortodoxia neoclásica describe.
Richard H. Thaler, considerado el padre de la psicología económica ( behavioral economics), fue de los primeros. “Los modelos económicos se basan en una descripción idealizada y poco realista del comportamiento humano. Yo llamo a estas criaturas ficticias econs, un diminutivo de homo economicus”, explica desde EE UU a CincoDías. “Los econs son tan listos como el más brillante de los economistas, hacen tan buenas predicciones como el mejor econometrista y no sufren ningún problema de autocontrol, dado que siempre escogen lo que es óptimo. Estas criaturas son como el Spock de StarTrek. La gente real, la que yo estudio, se parece más a Homer Simpson, por lo que yo les llamo Homereconomicus”, espeta.
Su tono bromista e irónico le ha valido una merecida popularidad en su país, especialmente a raíz de su cameo en la oscarizada Lagranapuesta, donde, sentado en una mesa de blackjack, explica en dos minutos junto a Selena Gómez la crisis de las hipotecas subprime. Entre los economistas, en cambio, hace décadas que este profesor de la escuela de negocios de la Universidad de Chicago es bien conocido por ser pionero en la economía conductual.
En su nuevo libro, Todo lo que he aprendido con la psicología económica (Deusto), Thaler hace un repaso de cómo ha evolucionado su disciplina en los últimos 46 años. En resumen, ha pasado de ser considerada una sandez a tomarse muy en serio. “Las primeras reacciones de la comunidad científica a mi trabajo eran o bien ignorarlo, o bien buscar todo tipo de excusas para justificar los casos en los que la teoría económica no funcionaba”, recuerda.
Todo cambió con la crisis de octubre de 1987. “La Bolsa cayó un 20% o más en todo el mundo en un solo día en el que, por cierto, no hubo ninguna noticia sobresaliente. No empezó una guerra y no murió líder político alguno: lo único que pasó fue que se derrumbaron los precios. Muchos economistas empezaron a cuestionar sus modelos a partir de ese momento”, apunta. Por supuesto, el estallido de la burbuja tecnológica y la Gran Recesión de 2008 acabaron de evidenciar que algo no funcionaba en la sala de máquinas de la teoría económica.
“Yo no digo que la gente sea irracional”, aclara Thaler, “sino que se comporta de forma muy diferente a la de las predicciones de los modelos económicos. La gente es simplemente humana”, insiste. “La economía no tiene nada parecido a una ley de la gravedad, no hay verdades absolutas”, ilustra el profesor. “La estructura básica de la oferta y la demanda funciona: si hay escasez de un bien y libertad de precios, lo normal es que estos suban. Los problemas llegan cuando se hacen predicciones más precisas, por ejemplo, que la gente ahorrará exactamente lo que necesite para la jubilación. Esa tarea es difícil tanto a nivel conceptual (¿cuánto necesito?) como motivacional (sé que debo ahorrar, pero quiero una televisión nueva)”.
Como Homer economicus que somos, nuestros valores, deseos, miedos, prejuicios y hasta el estado de ánimo condicionan nuestras acciones. Y eso, por supuesto, complica la tarea de los economistas para tratar de explicarlas. Pareto dejó escrito en 1906: “Llegará un día en que podamos deducir las leyes de las ciencias sociales a partir de la psicología”. La política económica, decía, no sería una excepción. Tras más de 40 años de trabajo, el profesor Thaler ha contribuido a demostrar que Pareto no estaba tan equivocado.
Fuente 5 Dias
No sólo se llevan en los genes aspectos físicos como el color del pelo, de los ojos o de la piel . También nuestra forma de ser, incluso, nuestras ideas están condicionadas por la genética. Pero hay escapatoria: el camino de la libertad está en la educación y el conocimiento de nuestro cerebro. Esta es la tesis que defiende el nuevo libro del neurocientífico David Bueno i Torrens, Cerebroflexia (Plataforma Editorial).
Utilizando el símil de la papiroflexia –el arte de hacer figuras tridimensionales en una hoja de papel-, este profesor e investigador de Genética de la Universidad de Barcelona (UB) explica cómo la biología y el ambiente en el que vivimos cambian nuestro cerebro. Con más de diez libros de divulgación y sesenta artículos científicos especializados publicados, en este nuevo trabajo Bueno asegura que, si nos lo proponemos, podemos modular nuestro órgano rector y también el de nuestros hijos.
¿Las nuevas tecnologías están modificando el cerebro humano?
Sí, lo están cambiando. Los nativos digitales tienen menos conexiones en la zona de gestión de la memoria del cerebro porque parte de esta función la han externalizado hacia los aparatos digitales: ya nadie recuerda el número de teléfono de sus amigos.
¿Qué otros cambios se han detectado en esta nueva generación de humanos?
Estas personas tienen una mayor robustez de conexiones en las zonas de integración del cerebro, lo que permite incorporar muchos datos diferentes en un mismo trabajo. Mientras antes ibas a buscar un libro o dos a la biblioteca, ahora las nuevas tecnologías nos permiten tener veinte páginas abiertas en el ordenador o tableta e ir tomando ideas de todas ellas.
Estos cambios forman parte de la cerebroflexia, ¿qué significa este término?
Imaginemos que cogemos una hoja de papel al azar de una bolsa donde hay otras de diversos tamaños, formas y calidades. Este sería nuestro sustrato genético ineludible -heredado de nuestros padres, un 50% de cada progenitor- que determina qué potencialidades puede tener nuestro cerebro, pero no cuál va a ser el resultado final.
Entonces, ¿qué acaba determinando nuestra manera de ser?
El cerebro se va formando en interacción con el medio ambiente. Un cerebro estimulado -y no sobreestimulado- tendrá más conexiones que el de otra persona que no haya recibido tantos estímulos cuando era niña y adolescente, y sacará más provecho de sus conocimientos, habilidades, actitudes y aptitudes.
¿Estamos sólo al inicio de descubrir qué hay detrás de nuestro órgano rector?
Empezamos a tener buenas ideas sobre aspectos generales de su funcionamiento, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer para entender bien cómo funciona.
¿Por qué es mentira que sólo usamos el 10% de su capacidad?
Cuando al analizar el cerebro por primera vez con técnicas que permitían teñir las neuronas, se vio que estas ocupan una parte muy pequeña del cerebro –el 10%-, por eso se dijo que había una gran parte que no usamos. Pero el resto del cerebro tiene otras funciones distintas a la transmisión de impulsos nerviosos.
¿Y qué ocurre con el 90% restante?
Hay una serie de células –las de la glía- que alimentan a las neuronas, detoxifican el cerebro, tienen funciones de sistema inmunitario y también construyen unas cubiertas protectoras de los axones de las neuronas –mielina-, que son las prolongaciones que hacen las neuronas para conectarse a distancias muy largas dentro del cerebro.
Por ejemplo, la corteza cerebral tiene muchas más células de la glía que neuronas.
Porque necesita su protección. De hecho, es la zona más activa del cerebro y la que más ha crecido durante la línea evolutiva de los primates. En ella se gestionan las funciones más elaboradas, como la empatía, el lenguaje, el raciocinio, la toma de decisiones y el control ejecutivo.
Más información en el enlace original. Fuente: La Vanguardia
Retos tecnológicos de nuestra universidad (Málaga) y de nuestra sociedad
Según los estatutos vigentes de la Universidad de Málaga la primera función básica de nuestra institución es “La creación, desarrollo, transmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura.” Es decir, estamos embarcados, como función básica de nuestra universidad en el mismo corazón de la civilización histórica que nos ha tocado vivir y estamos llamados a protagonizar en el desarrollo histórico de la misma.
Siguiendo a Toynbee, sólo podremos cumplir con esta función básica si somos conscientes de los retos históricos que la sociedad nos demanda e intentamos cumplirlos.
Hagamos unas pinceladas de los grandes problemas que la humanidad (especie del Homo Sapiens) tiene planteadas, de cara a poder aportar nuestro granito de arena para superar los grandes retos que representan.
Retos de la mayor eficiencia energética más que del calentamiento global del planeta
Venimos de una gran glaciación global del planeta Tierra que terminó hace tan sólo 8.000 años. Con el 27 enfriamiento del planeta el nivel de los mares desciende significativamente. Hace 9.000 años las islas británicas estaban unidas al continente europeo por tierra, debido al retroceso de los mares con las bajas temperaturas.
Una vez pasada la glaciación comenzó un nuevo calentamiento global del planeta. Este comienzo del calentamiento global no pudo estar producido por la acción del Homo Sapiens pues toda la población mundial apenas pasaba unas decenas de millones de personas, menos de la población que tenemos hoy en día solamente en España y, por otra parte la actividad humana, desprovista de todo tipo de artefactos tecnológicos, no podía ser sospechosa de influir en el efecto invernadero, que tan nefasto parecer ser en nuestros días, según determinados colectivos.
Sin entrar en la polémica de si nuestro planeta hoy se calienta más por la acción del hombre que por la evolución de las manchas solares (más que segura causa de los diversos ciclos de calentamientos y glaciaciones que lleva sufrido la tierra en sus diversas eras prehistóricas) está claro que vivimos en una fase de calentamiento global de nuestro hábitat con las consecuencias, perjudiciales unas, beneficiosas otras, que este cambio conlleva.
Hay ya algunos colectivos científicos que defienden como muy probable el comienzo de una nueva glaciación en menos de 25 años.
Entiendo que estos procesos de la naturaleza deben ser analizados desde la serenidad de una reflexión científica y no al albur de espúreos intereses económicos ó políticos.
Nuestro papel como universitarios no tiene que ser de complicidad con estos tipos de intereses sino el de amortiguar las consecuencias perniciosas del calentamiento global para la población universal, en especial de los más desfavorecidos y potenciar los efectos beneficiosos, que también los tiene, si sabemos encauzarlos hacia el bienestar social.
De cualquier manera todos podemos estar de acuerdo en que es bueno para la colectividad y para los individuos hacer un uso racional, mucho más eficiente, de la energía. Aquí los universitarios tenemos mucho que aportar, sobretodo en el análisis de las situaciones donde podemos ahorrar energía, aportando las soluciones científicas y tecnológicas adecuadas para ello.
Seamos defensores ó escépticos del cambio climático lo que está claro para todos es que la energía más verde (ecológica) es la que no se gasta. He sido testigo y participante activo en el diseño de luminarias LED, muchísimo más eficientes que las tradicionales, fluorescentes o de descarga, que están produciendo en ciudades e industrias ahorros energéticos superiores al 70% de los consumos lumínicos anteriores.
Este tema de la iluminación electrónica e inteligente se presenta como un terreno muy propicio para la investigación universitaria. En ella están implicadas ingenierías químicas, mecánicas, electrónicas, informáticas, de telecomunicaciones,… Los frutos de estas investigaciones no pueden menos de ser agradecidos por todos los sectores de la sociedad, salvo quizás por los que tengan intereses comerciales oscuros y ultraconservadores, contrarios al progreso social y colectivo.
Otros retos en esta materia del calentamiento global es el diseño de todo tipo de maquinarias y electrodomésticos que puedan mantener el estado del bienestar conseguido hasta ahora, pero con un consumo energético muy inferior al que venimos teniendo. A ser posible con unos costos de producción inferiores a los actuales para que puedan ser accesibles para toda la humanidad.
Extracto de la lección inaugural de la Universidad de Málaga
Profesor: ALFONSO GAGO
Hemos comenzado el siglo XXI ante nuevas crisis culturales, políticas, económicas y sociales, muchas de ellas relacionadas e incluso con una clara relación de causa-efecto, con el desarrollo acelerado de las Tecnologías de la Información que arrancan a mediados del siglo pasado. La puesta en marcha de la informática y la microelectrónica en los años 50 ha dinamizado todo el panorama científco, tecnológico y estructural de nuestra sociedad, globalizándola y preñándola con las semillas de una nueva civilización, con nuevas convulsiones y nuevas esperanzas. No cabe ninguna duda de que la universidad ha jugado un papel fundamental en esta revolución científco- tecnológica. Aún hemos refexionado muy poco sobre la nueva dimensión, más inmaterial que nunca, del motor de este dinamismo tecnológico que mueve nuestra sociedad actual.
En la civilización industrial anterior, el mundo se modelaba como constituido por materia y por energía, y éstos eran los objetos sobre los que trabajaba la actividad científca y tecnológica. Materia y energía, sometidas en primer lugar a las leyes de la mecánica y la termodinámica clásicas y complementadas posteriormente con las leyes de la mecánica cuántica y de la teoría de la relatividad.
El feliz hallazgo reciente del Bosón de Higgs es un buen colofón (casi defnitivo) de un proceso científco- tecnológico muy brillante y de enorme infuencia cultural y social, pero que es elemento vertebral de nuestra civilización actual. Esta física clásica y la ingeniería derivada de ella no podían tener la fuerza innovadora y la dinámica que las ciencias y tecnologías de la información han proporcionado a las ingenierías y, a través de ellas, a toda la sociedad. En ellas, la información no es sólo el fruto del 9 estudio de los científcos sobre la materia y la energía de la naturaleza sino que también es parte constitutiva de la naturaleza y por tanto objeto de estudio y elemento fundamental de los artefactos a diseñar y construir por los científcos y por los ingenieros.
Con la fabricación del Eniac y el descubrimiento del transistor, a mediados del siglo pasado, se inició un proceso científco-tecnológico, potenciador de todas las disciplinas y ramas del saber, que se desarrolla a una gran velocidad, desconocida en las civilizaciones anteriores. La clave identifcativa de este desarrollo científco-tecnológico es la naturaleza esencialmente dinámica de la información, radicalmente distinta del tándem materia-energía de la civilización anterior.
La información tiene una naturaleza cualitativa; en ella no es esencial lo cuantitativo. Cuando hablamos de cantidad de información, nos referimos a lo cuantitativo del soporte material y energético de dichas informaciones pero nunca a algo esencial a las mismas. De hecho una misma información puede estar soportada por elementos materiales y energéticos con valores cuantitativos muy diferentes.
Una misma fotografía, por ejemplo, requería varios Megabytes para ser transmitida hace unos años por la red y hoy en día se puede transmitir con igual ó mejor calidad con sólo varios Kilobytes (los bytes implican un soporte material 10 y energético de dimensiones también cambiantes con el paso del tiempo).
Quizás más signifcativo sea el hecho de que el primer ordenador, el Eniac, era más de un billón de veces menos efciente que un ordenador portátil de ahora y sin embargo ocupaba un enorme edifcio y requería toda una central eléctrica para conseguir la energía necesaria para que empezase a funcionar,… Una prueba más del carácter cualitativo y no cuantitativo de la información es el fracaso que ha tenido el intento de establecer el ‘Meme’ como unidad cuantitativa de información transmitida.
Precisamente este carácter esencialmente cualitativo de la información es lo que la hace no estar sometida a las leyes de la mecánica y la termodinámica, clásicas o relativistas. Su independencia del carácter cuantitativo la hace no tener que cumplir el principio de conservación universal que rigen para la materia y para la energía por separado en la mecánica clásica, y conjuntamente para la física relativista. Einstein demostró que la materia se puede transformar en energía y viceversa.
Pero el conjunto materia-energía del universo permanece inalterado. Por el contrario, la información se puede crear y puede desaparecer; puede estar simultáneamente en muchos lugares; puede emanar de fuentes de información de manera ininterrumpida sin que merme la propia información de la fuente emisora, …Rasgos todos radicalmente distintos del comportamiento de la materia y la energía. Está claro que si en este acto de la lección inau- gural, os repartiese materia ó energía en cualquiera de sus formas, en la misma medida que os la diese, en esa misma medida yo las perdería (todo ello medible perfectamente: en kilogramos la materia ó kilovatios-hora la energía). Sin embargo, es posible que os aporte información que no teníais previamente a este acto sin que ese en- riquecimiento vuestro signifque empobrecimiento equi- valente en mi persona. Por mucha información que os suministre, para nada me voy embruteciendo. Todo lo contrario, estoy convencido de que en la medida que os enriquezcáis cultural e intelectualmente vosotros, también yo me estaré enriqueciendo.
Fragmento (Introducción) de la lección inaugural de Alfonso Gago Bohorquez en la Universidad de Málaga
Reflexiones ante los retos tecnológicos y deontológicos de la universidad actual. (2012)
Because natural selection is driven by competition, cooperation and altruism were the issues that most troubled Darwin, and the evolutionary theorists who have followed him. Recent studies of conflict within genomes also require upgrades on classical theory.
La historia de la persona humana ha constituido un proceso en cierta medida paralelo al proceso que estamos recorriendo en el desarrollo de la informática y de las nuevas tecnologías de la información, pasando lentamente desde el lenguaje de los hechos primero y de las palabras después, a través de los conocimientos elaborados por el diálogo y la colaboración de las colectividades, para conseguir un funcionamiento inteligente de los retos que ha abordado.
En este proceso ha sido mucho más eficiente la colaboración y la sinergia que la confrontación entre las personas y sus colectivos.
Tal como hemos apuntado, las características de un ser con conciencia, como un ser que procesa la información en el nivel cualitativo más alto, no las encontramos en todo el universo conocido más que en los seres humanos.
La prueba más evidente de que la conciencia es la característica diferenciadora de la especie humana respecto a las demás especies animales es el hecho de la evolución histórica de los que habitamos el planeta Tierra.
Hace poco hemos celebrado el bicentenario del nacimiento de Darwin, autor de “El origen de las especies” y de “El origen del hombre”.
Son claras las aportaciones de Darwin, complementadas con las teorías mutacionistas, acerca de cómo se han ido imponiendo las diferentes especies de la flora y la fauna en nuestro planeta gracias a la “selección natural” de las especies que mejor se adaptaron al medio ambiente.
Una maravillosa conjunción de: largas temporadas de miles de millones de años, el azar de las mutaciones genéticas de los seres vivos que se transmiten hereditariamente, y la lucha por la supervivencia ante un medio ambiente cambiante, han producido un precioso mosaico de millones de especies de plantas y animales que pululamos en este planeta azul, único conocido hasta ahora que contenga seres vivos (hay la esperanza de poder encontrar vida en la luna “Europa” de Júpiter, pero se sabe que si la hubiera sería en sus formas más rudimentarias).
Dentro de esos millones de especies animales destacamos de forma muy sobresaliente los miembros de la especie Homo Sapiens, que actualmente formamos un colectivo de más de 7.000 millones de personas, pero que estuvimos a punto de la extinción debido a la catástrofe de Toba hace más de 60.000 años, cuando quedamos reducidos a menos de 1.000 individuos, todos residentes en África. Eso sí que fue un verdadero peligro de extinción y no el vaticinado torpemente por el maltusianismo.
Los primeros fósiles encontrados de nuestra especie datan de hace 200.000 años, pero nuestros ancestros, dotados de inteligencia y de conciencia muy bien pueden tener del orden del millón de años.Una característica específica de nuestra especie, sin duda por nuestra capacidad de ser conscientes, es la capacidad que tenemos de progreso histórico colectivo. Es evidente que vivimos de manera muy distinta de como vivíamos tan sólo hace 200 años; no digamos nada de nuestras formas de vida de hace 20.000 ó 200.000 años. La especie humana es la única especie animal capaz de acumular patrimonio histórico en nuestra forma de interactuar entre nosotros mismos y con el medio ambiente. Así, por ejemplo, es inconcebible un Velazquez pintando con su maestría en las cavernas del Paleolítico, ó un Beethoven componiendo sinfonías en el Neolítico, ó incluso un Einstein disertando sobre la teoría de la relatividad en los albores de la Edad Media,…
Sorprendentemente el rudimentario y tosco Homo Sapiens de hace 200.000 años, el cavernícola hombre de Cromañón, Dn. Diego de Velazquez, el genio de Flandes Ludwig van Beethoven y el mismísimo Albert Einstein tienen la misma dotación genética fundamental, pertenecen a la misma especie, no están separados por ninguna mutación genética. Siguiendo la teoría darwiniana y teniendo en cuenta las enormes diferencias tecnológicas y culturales entre ellos, tendríamos que decir que sí les separan mutaciones genéticas.Todos los Homo Sapiens, al desarrollar nuestra actividad tanto rutinaria como creativa somos herederos de una larga cadena de aportaciones y esfuerzos realizados por nuestros antepasados; cadenas que pueden tener duraciones de incluso cientos de miles de años, pero que no se transmiten hereditariamente a través de nuestra dotación genética, como pretendía Lamarck. La influencia benéfica de estas cadenas de progresos tecnológicos, artísticos y culturales nos llega a los distintos individuos de nuestra especie a través de procesos educativos y, por tanto, procesos conscientes y nunca a través de la herencia genética.
La historia de la educación nos ha demostrado hasta la saciedad las enormes diferencias entre los procesos educativos basados en el crecimiento de la conciencia de los educandos (que se transmiten culturalmente de generación en generación) y los procesos domesticadores, a veces artificiosos y circenses, pero que mueren con los propios individuos al estar basados en la pura destreza manipulativa más que en una maduración de la conciencia de los educandos.
Curiosamente esta capacidad de disfrutar de herencia histórica, no hereditaria genéticamente, solamente la tenemos los miembros de la especie Homo Sapiens. Entre nuestros ancestros hubo algunas especies, también con algún grado de conciencia, que disfrutaron de patrimonio histórico, como el Homo Antecesor, el Homo Neandertal y posiblemente otros.
Fragmento de la lección inaugural de Alfonso Gago Bohorquez.
Reflexiones ante los retos tecnológicos y deontológicos de la universidad actual.
La relación r > g
Según Piketty, cuyos datos sobre los ingresos y la riqueza abordan 300 años y 20 países, las fuerzas de convergencia (la extensión de conocimientos y habilidades, por ejemplo) son considerables, pero los datos de divergencia normalmente han sido mucho mayores. El eje de su argumento es la fórmula r > g , donde r representa la tasa media anual de rendimiento del capital (es decir, beneficios, dividendos, intereses y rentas) y g representa la tasa de crecimiento económico.