Hemos visto como el fundador de Microsoft defiende que los robots deberían compensar fiscalmente los puestos de trabajo que reemplazan. Gates propone que esa recaudación se destine a los colectivos más vulnerables y a la creación de puestos de trabajo de carácter social.
«Si usted adopta una máquina que es capaz de realizar las tareas que antes hacía un trabajador, y a través de la financiación y formación correctas poner a esa persona a hacer otras cosas, entonces usted irá un paso por delante. Pero ese empleado pagaba impuestos a los que no puede renunciar, porque ésa es precisamente una de las maneras de financiar esa formación«, señala el fundador de Microsoft.
¿Deben los robots pagar impuestos? ¿En concepto de qué, si no reciben a cambio servicios de salud, educación, pensiones…? Gravar fiscalmente el desarrollo tecnológico para frenar la destrucción de empleo, ¿será beneficioso o perjudicial para la sociedad a largo plazo? Este debate está ahora sobre la mesa, ante la rapidez con la que evoluciona el mundo digital.
El propio Parlamento Europeo estudia una propuesta, conocida como Informe sobre Personas Electrónicas, que pretende que las máquinas inteligentes paguen impuestos y coticen a la Seguridad Social. Esta idea, que cuenta tanto con apoyos incondicionales como con detractores, propone «la creación de un estatuto jurídico específico para los robots, para que al menos los que sean autónomos y más sofisticados tengan la condición de personas electrónicas, con derechos y obligaciones específicas».
Y hace aproximadamente un año, un grupo de 400 científicos, académicos y otros expertos, entre ellos Stephen Hawking y Elon Musk (fundador de PayPal y Tesla), firmaron una carta en la que reclamaban un desarrollo tecnológico «responsable», y proponían estudiar si la implantación de una renta universal (de algún tipo) podría contribuir a una transición menos dolorosa hacia la aclamada «era del conocimiento».
Otros son más críticos con la RBU, ya que para ellos supondrá más dependencia de los trabajadores, más ataduras de la sociedad de un poder benefactor que suministra unas cantidades a cambio de una estabilidad política, y una colonización cultural de los principales actores (instituciones con gran poder financiero y tecnológico) hacia la sociedad en su conjunto.
Algunos también consideran el triunfo sobre el liberalismo capitalista, otros sin embargo estiman que es al revés, al ver un sometimiento de las voluntades mucho mayor. El debate está en la calle. ¿Impuestos a los robots y a estas empresas, implica directamente renta básica universal?
Isaac Asimov en sus novelas no imaginó la 4º ley de la robótica: «pagar impuestos»