Las empresas se pelean por la patente de la tecnología que permite modificar el genoma de un organismo. Potencialmente muchísimo poder y dinero hay detrás de estas pantentes.
En la lucha legal por las patentes de la tecnología CRISPR, el instituto Broad acaba de ganar una importante batalla. Pero quizás, no la guerra.
La Universidad de California Berkeley y el Instituto Broad, fundación dedicada a la investigación vinculada a la Universidad de Harvard y al Instituto de Tecnología de Massachussets, llevan años luchando por la propiedad de las patentes asociadas al sistema CRISPR de edición del genoma.
El equipo de la Universidad de California Berkeley dirigido por Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier (en la actualidad en el Max Planck Institute for Infection Biology) fue el primero en intuir el potencial del mecanismo de defensa bacteriano CRISPR para modificar el genoma de un organismo. También fue el primero en solicitar patentes sobre la tecnología, en marzo de 2012, relativas a la edición del genoma, en general, sin precisar un sistema concreto.
Poco después, el laboratorio de Feng Zhang del Instituto Broad, publicaba el primer trabajo en el que se utilizaba el sistema CRISPR-Cas9 para modificar el genoma en células eucariotas y presentaba su solicitud de patente, que ya incluía la mención a la edición del genoma en células eucariotas y su posible explotación. La solicitud del Instituto Broad pasó una revisión acelerada y obtuvo la primera patente relacionada con el sistema CRISPR en 2014.
Desde entonces, ambas instituciones han mantenido la lucha legal a través de reclamaciones y solicitudes de reexaminación del proceso. En la última, la Universidad de California Berkeley reclamó que las patentes del instituto Broad (trece hasta la fecha) interferían con la suya propia, y estaban dirigidas a la misma invención incluida en la patente que Doudna y Charpentier habían solicitado meses antes que Zhang. El pasado diciembre un comité de la Oficina de Patentes y Marcas de los EE.UU. escuchó los argumentos de ambas instituciones para defender sus demandas de patente.
La Universidad de California Berkeley señaló que la invención clave fue utilizar un mecanismo de defensa bacteriano existente en la naturaleza y adaptarlo para crear un sistema fácil y barato de modificar el genoma de una célula. “La publicación de Doudna y Charpentier en Science en 2012 trajo un nuevo nivel de conocimiento de la edición del genoma a la comunidad científica al completo, ya que mostró exactamente qué tres elementos son necesarios para editar el genoma en un tubo o en cualquier organismo,” señala Gary Ruvkun, biólogo molecular en el Hospital General de Massachusetts y profesor en la Universidad de Harvard. “El artículo de Doudna y Charpentier de Science fue la verdadera lanzadera de la reprogramación de CRISPR para la edición de cualquier genoma.”