«Estamos en una nueva revolución global con un enorme potencial y debemos aprovechar esta ola tecnológica para transformar nuestras empresas y nuestras industrias».
Máximo Valenciano, director de Inycom, quien se refería así a la Industria 4.0, en la jornada tecnológica ‘Viaje a la Industria de Futuro’ que se celebró en el Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova) el pasado 14 de marzo.
El concepto de Industria 4.0 es relativamente reciente y se refiere a la cuarta revolución industrial, que consiste en la introducción de las tecnologías digitales en la industria. «Este término fue acuñado en 2011 en Alemania y permite que dispositivos y sistemas colaboren entre ellos y con otros, modificando los productos, los procesos y los modelos de negocio», explica Javier Huarte, coordinador de Tecnología de Robótica y Automática en Itainnova.
La industria 4.0 involucra la aplicación de nueve tecnologías: big data y análisis de datos, cloud computing, ciberseguridad, integración horizontal y vertical, robótica, realidad aumentada, fabricación aditiva, simulación e internet de las cosas. Itainnova lleva varios años trabajando y desarrollando conocimiento en cada una de estas nueve tecnologías, tanto en aplicaciones industriales reales como en proyectos de investigación nacionales y europeos.
Clientes digitales
¿Por qué vamos hacia esa Industria 4.0? Desde Inycom, Óscar Quintana, director de Industria, constata que «la sociedad se ha transformado en una sociedad digital compuesta por clientes digitales y la industria debe adaptarse para asegurar sus demandas: productos personalizados con disponibilidad inmediata, en cualquier parte del planeta y con buen precio». La combinación «de las tecnologías que permiten esto (internet de las cosas, big data, cloud) con las tecnologías que nos ayuden a diseñar, producir y realizar la logística de la forma más eficiente es la clave para esta imprescindible transformación digital de la industria del futuro», señala.
Se espera que esta transformación sea la llave de la competitividad para la industria occidental que, «con costes más altos de mano de obra o de energía y con un compromiso social, no puede competir exclusivamente en costes con otras industrias», añade Quintana. «Es el factor diferencial de poder adaptarse rápidamente a la demanda, de diseñar productos adecuados en tiempos menores, el poder fabricar series más cortas lo que le va a permitir ser competitiva. Para ello va a ser necesario disponer de información de los clientes, por todos los canales, desde redes sociales a internet de las cosas, y ser capaces de almacenarla, tratarla y presentarla para el análisis».
Se habla del «nuevo paradigma industrial conectado», que consiste, como indica Huarte, en que, para atender las nuevas demandas, «los medios productivos tendrán que estar conectados y ser completamente flexibles, las cadenas de suministro deberán estar integradas y los canales de distribución y atención al cliente serán digitales». En definitiva, «un modelo de industria inteligente y conectada».