“Formad una estrella de cinco puntas” es toda la información que un inmenso enjambre de pequeños robots recibe del informático. Al punto, comienzan a guiñarse unos a otros y al cabo de unos pocos segundos ya han formado una estrella casi perfecta. “Ahora, formad la letra k”, y así lo hacen, en referencia a la primera letra de kilobots, un neologismo que designa la magnitud de 1.024 robots, y que acaba de marcar un hito en inteligencia artificial colectiva. Esta ciencia se sirve de múltiples robots sencillos para realizar, con peculiares coreografías, tareas complejas.
Después de las instrucciones iniciales, los robots no reciben ninguna añadida, ni los humanos corrigen su comportamiento. Cuatro autómatas marcan la pauta del resto y les transmiten una imagen en dos dimensiones de la forma que tienen que imitar.
Nunca hasta ahora se había logrado controlar un enjambre de robots tan numeroso. En febrero de 2014 un grupo de investigación consiguió que un grupo de robots termitas colaborase en pequeñas construcciones. Sin embargo, los algoritmos rara vez han conseguido manejar grupos de más de cien individuos.
Para el líder del grupo que ha alcanzado este hito, Michael Rubenstein, de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Harvard, el mecanismo simula el comportamiento de las células individuales que conforman un organismo complejo o el de una bandada de mirlos. Su comportamiento individual es relativamente sencillo pero sumados dan lugar a una entidad superior.